XXXV

Había un rostro cuyo perfil era tan afilado
Como una roca cortada por un gran viento
Había un ojo que cuando se tornaba furioso
Las embarcaciones en el mar zozobraban
Había una mano que se había desprendido del cuerpo
Y como loca golpeaba sobre las puertas
Había un corazón que palpitaba
Como la burbuja del universo
Había una nariz que olfateaba los volcanes
Había un labio que se estiraba como un elástico
Hasta lograr el gran beso final
Había un dedo que señalaba al culpable
Había un pie que caminaba y danzaba como un flamenco
Había un tobillo que hacía las veces de tuerca
Había una oreja que servía de paraguas nuclear
Había un estómago que llevaba la cuenta de las liebres que habían caído en sus trampas
Había un pulmón que tocaba el violín todas las tardes
Esto es lo que había y otras cosas más
Pero lo que ya no había por ningún motivo
Era un pelo
Capaz de ubicarse al borde de un abismo
O al filo de la navaja
Para indicarte la verdad o la gran mentira.
 

De La mano enguantada, 1987