VI
Con los ojos semi entornados vio como un riachuelo
Derramaba sobre el paño una muy densa magma
Semejante a la que se opera en las maquinaciones de la magia tántrica de los
tibetanos
Y vio también por otro lado una piedra que emitía luces que cegaban
Decían algunos que eran el sueño y la vigilia en pleno día y en plena acción.
El sueño con sus espesas capas se componía de una superposición de imágenes
de seres humanos, de
animales y de los más raros objetos que se movían
y gesticulaban con pavor
Aquí el tiempo para nada contaba
Retrocediendo y avanzando a una velocidad inaudita
O bien se suspendía
Era el sueño sereno o aquel plagado de pesadillas.
Y al otro lado la vigilia llevando la cuenta con los dedos
El ojo bien abierto, atento de todo, con el tiempo controlado a sus anchas,
el ojo avizor.
Sueño y vigilia lo invadían todo, lo envolvían todo
Pintaban el árbol de raíz a sus ramas
En un feroz intercambio de luces
Del que saltaban
Las chispas resplandecientes del conocimiento.
De El árbol del pensamiento, 1987 |