XXXVII

La suavidad de su mano
Se ha posado sobre su áspera barba
Y al punto el cielo abre paso a los relámpagos
Para deleite de su ojo furibundo.

Nada podrá detener el tiempo
Que se consume
En el calor de la velocidad
Y despierta el apetito
Que inevitablemente desemboca en el amor.

Todo esto nos conduce a la sonrisa
Al parpadeo de ojos
Al desenfado de enfrentarse
Con un dios desconocido
De cabeza a los pies.

No tardaremos más en hacernos
Uno con la noche
Suave
En el áspero día.

 

De La pareja real, 1985