XXXIII

La Paloma y la serpiente
Han depositado en sus nidos
El huevo de la serenidad y el huevo del mal
De la trizadura de éste se escapa la luz
Que ciega a los espectadores.

Todo ha sido un suceder de lágrimas
El alma que se retiraba a su rincón
Despacio bien despacio y sin eco
Para que no se despertaran los instintos
Y salieran a envenenar la ciudad.

No siempre la paloma se posa en su hombro
Pero del fruto del mal
Se ha escapado el amor
Que te aprisiona el alma
Y te oculta
Tras la serpiente.

 

De La pareja real, 1985