XXXV

En el conjuro queman los ojos de un gato
Y te tornas violenta como tu padre
Abres las ventanas para que se escapen los sueños
Y nada te sostenga en el naufragio
Que estás cierta es la estrella de tu corazón
Es la paloma herida cuya sangre
Se derrama al correr de los días.

 

De Zonas eróticas, 1971