XXXI

Apenas el péndulo oscila sobre tu corazón
Dos gacelas encienden tus sienes
Ellas han abandonado el desierto
A causa de la nube de los ojos que anunciaba tormentas.

Tú hacías el fastidio en la corola de la flor azul
Imaginabas un crimen feroz
La contrapartida de tu bondadoso perfil
Y me decías
Huid de esta juventud ovalada
Toda presencia se marca con la ausencia
El alma es el cuerpo al revés
Y de nuevo te asías al péndulo
Que oscilaba inmutable sobre mi corazón.

 

De Zonas eróticas, 1971