XXV

Obsesión de la belleza

El mundo que se adentra en el alma
Es un mundo que uno mismo proyecta al exterior
Va adquiriendo una transparencia que se superpone sobre otra transparencia
Donde los límites se rompen a costa de los azotes del pensamiento.

Los fulgores que parten de ella la hacen múltiple
Pesa en el sueño
Semejante a una nube en el cielo

No teme de sí misma ni del relámpago que le hizo perder la razón
Tiene la audacia de precipitárseme sobre la garganta.

Ahora tengo los ojos en definitiva separados de los contornos de los objetos
Encadenado a la luz esencial de la sombra
Nada sobrepasa el sonido de un objeto cayendo en el vacío
Nada supera su cabellera suelta en el viento del sueño
Y es ella la que resplandece gracias a mi ojo interno
A su transparencia de animal transparente
Que se superpone sobre otra transparencia.

 

De En pleno día, 1948