XXIV

Es la zona donde el ser adopta una singular magnitud
La hechicera de los deseos descompone su corazón
Según el aire que le golpea el rostro.

Compenetrada por mi espíritu y por mi propia respiración
Sacude sus sueños
Como las plumas el ave.

Habla con una voz atravesada por el sollozo
El mismo sollozo que un día olvidé en plena nostalgia
Y sus oriflamas y el tabaco y la hoja en vez del seno
Toda ella un mundo vegetal
Un mundo extraordinario de un cerebro en desvarío.

Pero, ay!, su belleza que mantiene en expectación
Los cien mil fantasmas que la contemplan
No sería capaz
De violar este ojo mío
Este ojo desprovisto de toda carne
Este ojo incrustado en las puertas de la  eternidad.

Así uno cree haber encontrado la belleza de repente en más de alguna encrucijada
Pero no es la belleza misma
Sino la vida anterior encontrada de repente
Cuando la hechicera de los deseos descompone su corazón.

 

De En pleno día, 1948