XIV

Por extraño que sea
Siempre debe existir un punto que nos pierda y que nos  salve
Que nos muestre una playa poblada de seres incomprensibles
Una playa sin lágrimas una playa solitaria
Una playa exterminada por la afluencia de bellas lenguas.

Singularizado en el dolor por la maldición que le asedia las 24 horas del día
Y que en él son como las 24 horas de la noche
Jamás podrá abandonarse a las tibias aguas del ocio.

Pero en su soledad
Salta de repente la figura de la mujer más alucinante
La más instigadora a la ensoñación
Una mujer furiosamente bella.

Él descubre que su sonrisa le pertenece
Porque es su propia sonrisa
Que su amor le pertenece
Porque es su propio amor
Que la ciudad le es ya suya
Porque él es la ciudad.

Pero yo sigo contando los mil granos de arena
Que forman el objeto soledad
Encojo los hombros por el relámpago de la maldición
Sonrío exento de temores porque sé que los temores se cumplen
Sonrío de ella porque ella se cumple
Porque ella habrá de amarme en su risa en mi risa
En su forma de pez de anfibio de animal de carga
De ave fénix
Tantas veces volcado de repente
Como un sueño líquido
Sobre el ojo profundo del espejo.

 

De En pleno día, 1948