I

Yo salía del café de la Place Blanche
Con el corazón deshecho como una ola
Había tomado el pulso a la memoria, yo la había fustigado con insultos sangrientos
No quería sino ese pedazo de aire que nos instiga a ser pájaros
Sino esa lámpara de acetileno que nos precipita la vida
Diciéndonos:
“Líquido como el carbón como el labio que desafía el Infinito
“Tú eras el que bailaba a la salida del sol
“A la hora en que el mar ordena la retirada a sus peces
“Así como eras la llama de un fuego desatado en el bosque
“Serás ahora el hielo en el hielo del mundo que dejas”

Era tu voz yo la reconocía
Yo la reconozco aún en el espacio
Que tú saltabas en la punta de los pies
Semejante a esa flor de nostalgia
Que se nos aparece
Cuando la bruma recibe el golpe de gracia.

 

De Carta-elegía a Jorge Cáceres, 1943