POR LA PLUMA SE CONOCE EL AVE

Luces de la ciudad sobre la ciudad perdida
Un astro puro las manos inexpertas
En esas mismas rodillas para el uso del silencio
Tú veías indistintamente las sombras
Las represalias del beso
Tú colocabas despedazadas las manos
A la izquierda el faisán
A la derecha un nido de águilas.

Las historias
Las cabezas momentáneas
La improbable garganta
El vagabundo
El beso a raíz de su labio
En fin los deseos cotidianos
Igual que las miradas
Estériles.

Soñar así hasta el cansancio
Unos guantes de terciopelo
Una mesa con imperfecciones con temblores con esperanzas
Una mesa viciosa.

En otros lugares el miedo la soledad
El árbol espanta-furias
Sus labios destrozados por el silencio
El olvido las emanaciones de la memoria
Por su amor en el oído en la boca en las risas
Para siempre los pájaros aplastados por el sol.

 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940