LA PRIMERA VEZ

A paso de muerte la sombra en los ojos
Perder el agua
Huir para siempre
Nos llamaban bajo tierra
Sentíamos pasar unas manos geológicas

Erais puras algas bajo los rayos
Sus mareas internas relampagueaban
Ver incendiándose los sueños
Ver sus lágrimas todavía inexploradas
Vencer la respiración

Yo premeditaba como la piedra
Los faisanes se agrupaban bajo sus glándulas
Su risa también atravesada por los rayos
Más apresurada que una salamandra

Tal era su destino
Su belleza perdida en el frío
Es decir lanzar fuego sobre su rostro
Sobre sus manos disueltas en el miedo.

Los árboles todavía daban el amor
No era necesario morir
Dejar correr en la sangre los gorriones
Abandonarse.

Por fin
Escupía por amor sus propios ojos
Y eran ojos de hojas machacadas.

 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940