EL OJO DEL SABIO

Es por esta luz y sólo por esta luz
Que ella inclina la cabeza
A menos que el fuego haya devorado todo su cuerpo
Su lengua y sus ojos
Simplifican el aire.

Por otros lados el muro la serpiente
El ojo marítimo golpeando la flor
Es ojo la llama por la cual se devora el cuerpo
Idéntico el peligro de la memoria.

Al mismo tiempo aves grises
Ruedan por el pecho
Lo que toca su mano se transforma en ojo
Y son miradas puras que lamen los pies.

Se escucha y desaparece
Y es su imaginación desnuda
La que desmenuza cada uno de mis dedos
Ella es veloz
Pero si en el fondo de la llama se encuentra al hombre
Perderemos necesariamente a la mujer.
 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940