DECLARACIÓN

Sobre todas las cosas sub-flota un olor que penetra hasta la médula del sonido más leve. Entonces una inmensa espiral se cimbra en las cuerdas del viento. Aparentemente no queda nada tras los pliegues de la tarde. Yo consigo un permiso de pesca, después de una lucha entre las cosas pequeñas y las alas. Derrocharía el mar por un movimiento tras el vestido. O separar los labios de la mujer amada con una navaja de afeitar. Más aun, abalanzarme súbitamente contra las nubes con la espada del soldado desconocido en la mano. Conozco bien mi oficio. El astrólogo podría colocar cada uno de vuestros gestos en el planeta más lejano. Pero no tratéis de penetrar con los anteojos del entendimiento en el poema. Tampoco podríamos ver con nuestras manos, a menos de llevar un ojo de pulsera y una oreja, o la noche se convirtiera en un gran remolino. Yo insisto en hacer del símbolo una hebra demasiado fina. Penetrar hasta las paredes donde cuelga una lámina de metal: yo descuelgo un pájaro de un árbol. El espejo gastado por la cenicienta del año 20, pero tú no eres la misma. Cantas para espantar vuestros angustiados brazos. Una llave puede significar la muerte de un adúltero, pero tras la muerte queda un sabor a niñas amorosas. La voz que canta desde la anónima ultratumba va marcando el paso al ritmo de los astros. Debajo hay una piedra negra, los niños la ven roja. Recuerdo el pseudónimo de las banderas. Yo salgo de mi interior. Afuera divido la venganza. El tiempo hace de los dedos grandes vagabundos. Por el momento hago de la sangre un surtidor. Espérame.

 

De “Total” N°1, Enero 1936. la dirección de dicha revista estaba a cargo de Vicente Huidobro.