EURÍDICE

Los árboles frutales estaban a distancia
diluidos en la aroma transparente
Y a merced de sus lágrimas de miel
Las abejas eran breves.

Recuerdo que era mía toda entera
La primavera que daba a luz en sus ojos
el dorado solar de sus cabellos
y la emoción materna de sus pasos hondos.

Recuerdo que tan pura como el fuego
Su mirada podía mantenerse
abriendo un táctil paso a los deseos
¡Tan pura y sin embargo tan doliente!

¡Oh rubia mía! Bajo el césped tienes
como Euridice un imperio
ahí donde nunca llegaré
estremecido por cruel conocimiento.

¡Oh rubia mía! Al evocarte existo
porque eras yo soy y me establezco
No tengo otra razón. Más aún, no quiero otra
Que servir de intermediario a tu misterio.

Quiero seguir siendo lo que tú te imaginabas
de mi mando aún había júbilo en las puertas
y las persianas eran hondas
y eran blandas las cadenas

Seguir siendo eso es para mí vivir de nuevo
la quietud del instante. Revivir el color
que quedó en los nervios de los ojos ciegos,
poner un nido en el árbol del sopor.

 

De: Nostálgicas mansiones, 1962