EL HOMBRE EN LA VENTANA

Las almejas migratorias abandonan sus mimetismos
A la entrada de la gran barrera de carbón blanco
Sumergidas a la altura de sus ojos de tornasol
Sobre la costa distrae a los errantes
Cuando el cielo de hojas muertas esconde los nidos
Y tiende emboscadas a los pájaros
Sobre la gran barrera de hulla blanca
Para cazar los penachos que él siempre pierde
Como un ciego con un aire de simpleza
Que le delata entre los follajes de fuego
Entre los asaltantes de las cerámicas disimuladas
En las puertas donde están clavadas las alas del pavo.

Sobre los espejos arden otras coronas de cardos
Y en los labios titubea el calor de otra sangre
La sonrisa de esos desconocidos
La mueca de los simples
Sin saber han perdido el hábito de su semejanza
A través de los ojos de diamante de mar.

 

De El AGC de la mandrágora,1957