PASADA LIBRE

Y un peldaño entre la más helada sombra
En el centro preciso de estos cuatro muros
Absurdo centro de la libertad de la lámpara
Girar allí como siniestro especial sobre la alfombra
Especial porque protesta en el nivel
Especial porque sus orejas son las mismas de siempre
Por la mujer del periódico colonial
Por la sombra pagada
Por su gran sueño que se repite
La exactitud de la punta del pie
No es más que el brazo del reloj que resbala
Como una fruta sobre la baranda
De una escalera
Como un renegado de un sueño
Que avanza con las manos en tres
De peldaño en peldaño hacia la cima
Cargado de serenidad de infancia
Descubre su rostro al obscuro júbilo
Descubre un metal entre sus amigos que bailan
Un gran fuego de rubor y el latido que llama
Y el arco iris sobre las aldeas invisibles
Cuando soplará el viento que muerde las rocas
Para los desconocidos para las últimas tazas
Para las manos entre los pliegues de abanico
Exactamente los pliegues de un ala
De una ceniza de su cuerpo que habla
Sobre la mesa proceden en el sitio de onix
Quienes sino el correr de la luz prisionera
Y el cauce de la hora por cumplirse
Y un pecho descubierto corazón batiente
Contra unas cifras mendigas
En el filo de una oreja de coral
Que es de despojos que nieguen la presencia del amor
Que niegan la caída de la muleta
Sin haber porqué.

 

De Pasada libre, 1941