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Yo he escrito mis "Notas sobre Poesía Negra" para los idiotas. Ellos han reaccionado muy bien. En 1938, cuando fueron escritas, no pasaba de ser todavía un niño, y hasta hoy día, ellos no han cesado de dar vueltas en la convicción de que yo he creado "El amor y la memoria" de Dalí.

Mejor para mí. Ya que de una parte envidiaría a Dalí el haber escrito “E1 Amor y la memoria”; sobre todo si yo hubiera tenido un cortaplumas en mis manos, el día de mí primera comunión, para haberlo grabado en una hostia color de mierda.

Una tarde, como todas, haciendo mi paseo por el Zoo, llegó a mí el número de "Mandrágora" que contiene esas Notas. Un número lleno de manchas de tinta que ardía al sol, sobre las propias piedras solares.

Me divertía al advertir que muchas de las líneas de composición habían sufrido de las manos imbéciles de un impresor descuidado. A parte, él me hacía su mejor ofrenda. En realidad, algunas de las piezas del jeroglífico habían caído al azar entre las otras bien alineadas, donde ya un canasto lleno de maíz empezaba a diseñarse.

Yo lanzaba este pequeño almuerzo a las jirafas. Todo brillaba para mí. Menos el jardín que yo habito, un jardín donde los árboles tienden sus redes  a las grandes nubes; donde caen triángulos de tela roja sobre la hierba. Jardines departamentales, así como cuando caminamos a lo largo de la costa hay los jardines-pararrayos.

 

De René o la mecánica celeste,1942