EL AMOR
 
Ni un pensamiento mío al cual tu realidad no haya prestado su nitidez, ni un pensamiento mío al cual tu sueño no haya otorgado su pureza, ni un pensamiento mío al cual tu amor no haya hecho transparente como un diamante.
Desde el instante de conocerte tú has concedido a mi delirio tu frente intacta para que en ella se posaran mis imágenes deshechas. Sin ti yo nada hubiera sabido del mundo, tú me has revelado la almohada y la tempestad. Tu cuerpo se ha hecho transparente para que yo pudiera entrar hasta tu amor a devorar su fruto.
Para verte yo me cerré todas las puertas. Corté todo hilo, todo puente, toda salida. Quise estar contigo frente a frente. A solas contigo. Es decir, yo a solas contigo. Tú podías frecuentar el mundo. Era yo el que quería estar a solas contigo. Siempre, desde el instante de conocerte, yo he estado a solas contigo. No ha habido una hora del día y de la noche en que yo no haya estado a solas contigo. Ni en el sueño ni en la vigilia he dejado de estar siempre contigo.
Esto es, mal que mal, lo que yo entiendo por el amor.

 

De La gran vida, Le Grabuge, Santiago, Chile, 1952.