LA DEVOLUCIÓN

Nadie que para todo fue expulsa instantáneo
Con su local de espectro y serpientes de cloroformo
En un registro de hadas
En una carroza de malezas de estrellas
Que grita y retiene con sus ojos los arrozales de la peste
A la mitad de bosques
Casas destruidas donde el mercurio es verde de alfombra
Y corre atando los pies a los pasantes
En una pirámide de encantación diurna
Que premia con mamparas a ti feroz emanación de buques
De manos surtas en la bahía de los senos
Y esperadme
La claridad naciente de un cochero del cáncer
Que hace de la luz su objeto repugnante de profusiones de avispa
De todos amargos ojos de nicotina cerrados a son de calle
En los enigmas
En el boulevard petrificado por la lepra
Con odio al mimetismo de la luz
De los ciervos presos en un bosque de rayos
Bien perfumada y bien vestida roedora de cisnes
Marsupiales
O bien segura por un galope de mamparas ajenas
Que nada codicia ni el espesor el sueño lo hace urgente
Hace de todo fanal un guante de gran vuelo
Libre de haber nacido con sus miradas
Que todo lo esperan aún
De las amores
Y del uso del día.

 

De El mundo y su doble, Ediciones Mandrágora, Santiago, Chile, 1940.