XXXIX

Logramos llegar a la ciudad evitando los estragos del fuego
Una ciudad con forma de cuerpo humano
Cuya avenida más céntrica se parecía a la columna vertebral
Que desembocaba en la plazoleta cóccix
Y las otras calles muy tortuosas y cada una con nombre de alguna parte u órgano del cuerpo humano.

Había la calle del corazón que cuando latía guardaba semejanzas con la rue-Git-le coeur
La calle del cerebro, la calle de los nervios, la calle de los músculos
La calle de la mano derecha y la calle de la mano izquierda
La calle de los ojos en la que había que distinguir la de ojos azules, la de ojos negros, la de ojos verdes,
                                                    la de ojos grises, la de ojos color violeta y las de otros colores
Había el parque del pulmón y la calle de los pelos de colores múltiples
La fuente de la retina y la avenida del colon
La encrucijada de la calle del páncreas con la del hígado y la de otras glándulas como la hipófisis
También la calle del pie y las de los distintos dedos
La calle de la boca, la del sonido con sus aceras de la oreja y el oído
La muy larga calle de las malas lenguas con la rotonda del riñón
La calle de las hormonas, la calle de la frente alta
En fin la calle de la gran nariz y la de los buenos y los malos olores, etc. etc., sin contar con las calles
                                                                               de las arterias y sus by-pass.
 

Hombre o mujer
Desnudándose frente a un gran espejo
Reflejaba nítidamente el mapa de la ciudad.

 

De Las cosas al parecer perdidas, 1989