I

El azogue que cubre el reverso del cristal
Es una máquina de lectura del pensamiento
Al paso de los espectros del Uno y los Otros.

Hábil operación que atrapa la ilusoria realidad
Y se la cuelga al cuello para que la garganta
Prorrumpa el grito que la imaginación empuja el carro del conocimiento
Hacia los lugares más ocultos en las profundidades del océano.

El pensamiento huele a lava volcánica
Porque sube con el calor animal
Que arranca de las extrañas mismas del ser.

Al recorrer el alfabeto de una punta a la otra
Salpica de sangre las plumas del pájaro
Que deposita el huevo en el nido
Acodado al árbol
Que entonces anuncia el feliz presentimiento
Del principio
De un pensamiento real.

 

De El árbol del pensamiento, 1987