I

El ángel del mal tan pronto subía la marea
Cortaba un dedo de sus bellas manos
Los dedos cortados caían al suelo y saltaban
Como trozos de colas de lagartijas
Cercenados a golpe certero de cuchillo.

El amor entonces se formaba en un círculo apretado
Era un todo donde todo se agitaba
Y después venía el disolvente ácido de la noche
Digamos el acervo imaginario de las herencias
O también el acerbo imaginario
En la hora de los naufragios.

De este modo nos volcábamos en las palabras
Que a menudo erizaban sus cabellos
Y caían extasiadas por el deleite
Cuando las puertas se abrían y cerraban.

Para sobrevivir nos refugiábamos en el olvido
El viejo olvido
A sabiendas que terminaría por arrastrarnos
Al infinito
De lo infinito
 

De El acerbo imaginario, 1991