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Mandrágora

Al arrancar la planta se escuchó un horrible grito
Que partió la noche en dos mitades
El perro negro cayó fulminado
Y a la luz de la luna apareció la raíz amarillenta con largos pelos y con marcados rasgos de anciano
No obstante emitiendo fulgores,
Resplandeciente.

Su nombre había llegado a mi conocimiento
En mis días de Liceo cuando mi edad bordeaba los quince años
Achim von Arnim había pronunciado la maravillosa palabra
Y después la encontraría en tantos otros textos mágicos
Estremeciéndome con sus seducciones.

En el plano espiritual
La mandrágora me dio el poder, la riqueza y el amor
Me poseyó de pies a cabeza
Y ¡ay de aquellos que recibieron la maldición de la mandrágora!

En adelante todos los caminos fueron iluminados
Y por las aguas termales brotó a raudales la poesía, lo fantástico, lo insólito, lo imposible.
A estas aguas vinieron a beber los mejores ejemplares de la juventud
La luz a torrentes iluminó el pensamiento
Y llegamos a saber lo que era conocer la esencia profunda de las cosas
Quería construir la ciudad subterránea de La Mandrágora en Punta de Tralca.(1)

Pero el amor lo invadió todo
Y nos obsesionó la búsqueda de la bella desconocida
Que sólo algunos encontramos
Para deleite de nuestros corazones
De nuestras almas
Y de nuestros sentidos.


(1) Punta de Tralca, lugar geográfico junto al océano Pacífico, en la costa central de Chile. Enormes olas azotan sus rocas en los días de tormenta. Lugar de recogimiento y meditación. Tralca significa en mapuche Trueno. (Nota del Autor)

 

De Cinco poemas secretos, 1989