XXXVI

Y ahora que no te queda ni siquiera la esperanza de morir
Y tu alma rueda sin parar
De abismo en abismo
Con un sonido que destruye el oído
Y cae y cae
Como la lluvia sobre el espíritu
O como la luz cegante sobre el cristal.

Qué horror de haber perdido toda esperanza
La esperanza de vivir
La esperanza de no vivir
La esperanza de morir
La esperanza de no morir
Más desolado
Que un cielo que perdió sus estrellas
O hasta la desesperanza de la esperanza
En la desesperación eterna
Que se evade como la luz
Y que suele recuperarse con la tiniebla
Y su terrible quemadura.

 

De La pareja real, 1985