XXVI

Y más tarde
Devorado por las hormigas
El ojo interno se precipita
A los oleajes del conocimiento
Donde sólo puede liberarle el olvido
A sobresaltos
Sin esperar nada de la nada.

Se sabrá que su mano
Transformaba a su toque
Plantas en aves
Cristales en animales
Que luego se refugiaban en selvas
Que engullían ciudades enteras
Para vaciar la copa sagrada.

No sabíamos nada y lo sabíamos todo
Bien ocultos de la mirada que corrompe
Pero liberados para siempre
Del negro que asedia día y noche
A la memoria
Y a su salud.

 

De La pareja real, 1985