LXXXIV

Y si el ser comienza a desmoronarse
Es preferible precipitarlo al incendio
A  la inolvidable oxidación del alma
Al desafío de la nada.

Es la eterna partida entre el tú y el yo
Lo que tiende a caer sube
Mientras dentro de los guantes tus manos se desintegran
Y te aseguran que la ciudad que viste en el sueño
Eras tú
Agobiada por el deseo.

Vuelta a lo que quisiste ser
En tu furia que desata el nudo de la razón y la sinrazón
Entre ésta o aquella
Nos une porfiadamente la pared invisible el fruto deseado
Pureza a todas luces.

 

De El calor animal, 1968 - 1969