I

No hay principio ni fin
Lo que sube o lo que baja
El sonido que escucha mi oído
Es igual es igual.

Caer de nuevo en pleno corazón del tiempo
Adherirse al silencio como el hombre a su propia raíz
O preferir la fiebre
Cuando el abismo con su dedo de espanto
Nos toca levemente la espalda
Y ya no sabemos
Si somos prisioneros o de la visión
O del sonido.

Es igual es igual
Sin embargo hay una substancia
Que sólo marcha al toque de mi ojo
O bajo las órdenes de mi oído
Yo la separo de las impurezas
Y me digo como el herrero celeste
"Vamos a hacer tinieblas"
Sin saber que esto y aquello
Pertenecen al filo de la eternidad.

En su nido está el pájaro escarlata
Y su fulgor enceguece.

 

De El calor animal, 1968 - 1969