EL SALTO MORTAL

Al otro lado de la luz

Pusiste las manos al fuego
Para significar que eras prisionera de la nada
Porque temías que tu amor pudiera desembocar  en simples rayas
Era el misterio dilatado
Ese que nos lleva directo al pavor
Ese que se hace líquido con la noche.

No ser o ser no
Era el blanco de tu corazón el deseo que arranca chispas
La ola que se desangra que miente a tantos años luz
En la hora ejemplar que se perpetúa en sonidos extraños
Para que tú –perdida en tu inocencia- pudieras desgastarte en el insomnio.

Eras únicamente sombra que se refugiaba en mi sombra
De súbito las puertas se cerraban para dar paso al espanto
Señalándote como la culpable
El ojo avizor la sangre coagulada.

¿Y si no pudieras afirmarte en la nada dónde estarías?
¿Y si las puertas volvieran a abrirse y la tiniebla volviera a su centro?
¿Qué sería de los despojos de mi alma y la tuya?

La tuya la tuya
Para que tú renazcas
Aún la misma muerte debe morir.

II

La metamorfosis

Andando con una máscara esquivamos la angustia
Pero el silencio nos arrincona contra la pared
Nos triza el rostro abre el horizonte con su mano
Desata los instintos.

Con una máscara terriblemente blanca no temes a la eternidad
Absorbes la luz luego que una mano misteriosa con su esponja te ha borrado el rostro
Y ya no temes al tigre que salta sobre el blanco de tus ojos
Ni a la pesadilla que logra sobrepasar el sueño.

Con una máscara con una máscara sobre la cuerda tensa
Sientes que te tornas transparente que escapas a la garra que se clava en tu garganta
Que se clava en el grito que no logró formarse
Y es una piedra que se hunde en lo profundo del espejo.

Has abierto la ventana, sonríes, danzas
La vida te huele los senos

 

De Frágil memoria, 1955-1985