VIII

La mano helada se desborda y crece hasta lo inconmensurable
Nos acorrala en un callejón sin salida y decide precipitarnos al terror
Pero yo jamás tuve miedo de las manos
Más propiamente las he amado aun en sus deformaciones
He amado las manos grandes o pequeñas hasta lo infinito.

Lo que sea
Yo estoy asediado por un peligro que me es evidente
Quiero sustraerme de él haciéndome el que sueña
El que sufre de alucinaciones, de pesadillas horrendas
Pero nada vale en este mundo de lo real
Y sólo es posible afrontar lo maravilloso a través de lo imaginario.

La mano sigue avanzando y crece hasta lo imposible
Recuerdo que en la infancia he leído que es preciso morir como un caballero
Tengo la conciencia de que duermo pero que estoy sumido en una cruel realidad
¿A quién invocar sino al fuego de la palabra?
Y al punto mis labios se abren exclamando
"Gavilán de la noche, soy el príncipe de lo desconocido
"He aquí el talismán del olvido"
Y con la palabra todo se extermina.

Al día siguiente alguien que soy yo mismo lee en los periódicos
"A ORILLAS DEL SENA SE HA ENCONTRADO UNA PEQUEÑA MANO AUN NO IDENTIFICADA".

 

De Lo desconocido liberado, 1949