I

EL CIELO

Y es que la soledad siempre se abalanza sobre su frente
Ella cuida a su ser preferido
Tal cual el bosque a su ruiseñor.

Él comprende que es necesario ausentarse del mundo, ausentar el mundo
Su mano tiene la virtud de disolver los objetos
Sumirlos en la nada
Por eso crea mundos
Y destruyéndoles se destruye a sí mismo.

Quiere volver a su caverna
Porque toda luz siente nostalgia de las tinieblas
Y el mundo desconocido es sólo visible en las sombras
En sus labios palpita la angustia
Como esas fuentes irradiantes que rasgan la corteza de la tierra
Nada puede sustraerle al llamado, a la voz que le ordena marchar al borde del abismo
Al ojo devorante que existe en la profundidad de todas las cosas.

El cielo empieza su enfriamiento absoluto
El cielo se evapora, vuelve a su estado de tiniebla
Todo se retira, se disuelve, mientras él avanza
Y ya no se sabe si la angustia es un enfriamiento de la soledad
Pero comprende, que es preciso que el cielo se aniquile a sí mismo.

No deseamos sino la mano que nos pone en evidencia la eternidad
El mar que se retira, la estrella que apura el paso hasta quedar pura estela
El cielo que se eleva hasta perderse en el vacío.

Y nos perderemos a sabiendas
A sabiendas de que su sed de mundos desconocidos
Es la eternidad
En el beso absoluto.

 

De Las tres y media etapas del vacío, 1949