XX

El labio, culpable el labio
Va propagándose con la velocidad de la luz
No es ya su sonrisa lo que le perturba la razón
Es el sueño el pavoroso sueño del amanecer.

Nada presagiaba un destino en que la malevolencia se equilibrara con el olvido
Nada que pudiera advertir la maldición de los hombres
Pero él lo sabía
Lo sabía en el amanecer de su corazón
Antes que la palabra pervirtiera la pureza de todo su ser.

En vano el amor -él buscó el amor hasta en las más desconocidas islas-
Quiso hacerle el prisionero de un destino arrojado en pleno rostro
Quiso sustraerle del terror que infunde la formación misma de la luz
Él lo sabía
Lo sabía a causa de su sombra
De las huellas de su sombra en la sombra de las arenas.

Nada temo
Avanzaremos mi mano sobre tu mano
Hacia el olvido hacia la flor “no me olvides”
Pero es el labio
Culpable el labio.

 

De En pleno día, 1948