LA NOCHE SIN NOMBRE

Su cabeza de euforbio hacía grandes reverencias al blanco y al negro
Al mismo tiempo ordenaba a cada uno los insultos
Luz purificadora mantened vuestras manos en el fuego
Desatadle las manos a las tinieblas
O de lo contrario habremos de ser víctimas del espanto.

En la noche que se va quedando en su asiento
Hasta que se hace el día
Se dice que habla por cada uno de sus pelos
Habla de mujeres pervertidas
En cielos abandonados
Habla como un furioso
Como un negro
Que solamente confiara en el amor
Y en los vientos del hambre.

 

De Cataclismo en los ojos, 1936