LA BELLA DURMIENTE

Esta sola voz partida en un muro
Esta que ha descendido con las buenas aguas
Con ciertas manos con ciertos cielos
La misma memoria desfondada por los sueños

No escuchéis nuestro árbol de Bengala
No tienen nuestros ojos
La violencia de un surtidor en la medianoche
No han pasado los cisnes que custodian los sueños
Estos sueños que transforman los recuerdos
Que separan la luz en la zona de un ángel rezagado
Que  perdiera la memoria de todo antepasado

Este silencio este olvidado silencio
Este que produce tantos cataclismos
Este silencio que produce tanto silencio

La ventana junto al abismo
La espada que se balancea sobre el mar
La misma que busca un pez sin nombre
O el amor.

Quisiera yo esparcir vuestros líquenes
Por un cielo sin remedio
Quisiera yo tocar un ala
Que se quemara al contacto de un imán
Para ver su mano entre tanta fosforescencia.

El agua no toca los ojos
El espejo es la redoma del cielo.

 

De Cataclismo en los ojos, 1936