PREVER LOS CORSARIOS

Ser ángel a toda costa
Precioso vampiro arrancarse el pelo
Boca helada que siente el cielo perpetuo
Su repentina soledad
En el sillón de los acusados

La semilla separada de la luz
Arrojaba cisnes por la boca
Limpias ya sus manos de dedos
Las olas flotaban en su llaga
Amoldándose a la lentitud del demonio
Su color
Siempre alterando los ruiseñores

Miraba las paredes que separan un hombre de otro
Desmenuzaba su llama
Y su sangre en perfecto desorden
Sentía que el prisionero se evadía

De pronto asomarse
Barrer su trinidad mercenaria
Dividirse los lamentos
Todo magnetismo le es adverso

Un perro frota sus manos de lunas
Si consigue su anhelo
Le brotará el silencio por las uñas
El desprecio a la vida.

El polo está pronto a sus visiones
Caerse sobre un sudario de lámparas
No ser
Valerse de sus larvas primarias.

 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940