YO ACEPTO LA POLIDACTILIA

Caído el hombre por su herida en el párpado
Giraba el precioso dedo
En tan dulces movimientos
Que la mujer iba desnudando
Sus senos luminosos

Y esto era la conflagración
De tristes vegetales
Lenguas y palabras cortaban la frente
Sorprendían al hombre
En su estado de batracio

Todo era de repente en el suelo
Las nutrias pasaban en forma de oruga
Soplaban ellas la oreja

El oasis también conocía extravagantes fiestas
Mordía las plantas
Que se aman tan sólo en el sueño
Hacía vanas vanas alusiones al ojo

No conocieron nunca la muerte
Los desiertos sofocados por luces
Pervertían alas y retinas
Hablaban sólo de extrañas bebidas

Y puestos así en el país de la vigilia
Reinaron por muchos años
Hasta sentir la necesidad de purificarse
Como ese hombre que escucha
Que sus propios sueños endurecen.

 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940