EL ARTE ERÓTICO

I

La avispa giraba en tan locos movimientos
Que el aire imponía un oleaje insospechable
A veces negro o blanco
Duro en la frente o duro en los senos
Las manos crispadas el espejo la nube
Adentro más adentro del árbol de su cráneo
Su cuerpo era bellamente desnudo.

Entonces su amor deslizaba en círculos cabalísticos
Aguas arriba con un lenguaje de piedra
Que a ella internaba al sentido de su alma
Al vapor negro de su oído de perro
Sostenible sólo por su irradiación de axila.

Yo era aún el ojo trastornado o el ojo del sueño
A las plantas coléricas
Que sentía crujir adentro adentro
Yo las transformaba en venenos ligeros
En el vértigo de sus pestañas iluminadas
No siendo en un campo destinado al placer
Sino el gran busca-sueños
Pero entre tanto
Por la bella consigna
Leed mis poemas.

II

Ahí el espejo tiene labios sexuales
Cuando el líquido de su amor desfila el alma
De modo que tibias esencias bajen del cielo a su frente
Y su voz fluctúe
Entre el grito y las palabras olvidadas.

Yo pienso en ese lecho cruelmente amenazado
Por telas de araña
Porque adentro una llama semejante a un cisne
Dejaba una estela tan dulce
Que los brazos de ella y sus piernas se cruzaban
Como dos estrellas
Después de vagar muchos años en el éter
Apenas visible a causa de la velocidad de su rostro
Otras tantas veces agitado
Por cabellos que son exactamente las islas de ese cielo
Que es también adorable.

III

Y él decía agitando en el aire
Su bello ejemplar de verga:

“Tomad hijas de esta leche pura
Tomad lo que os parezca adecuado a vuestros sexos
Yo soy vuestro padre espiritual vuestro centinela
Esto os dará la sed el estilo de una presencia en el mundo
La longitud de los cabellos lo invisible
Dejad la respiración entregada al viento
Girad en las plumas
Como agua y sangre de sillones
Cuya felpa abre en secreto los instintos
Frente alcohólica en torno mío danzad
Sobre este césped que es vuestro mejor amigo
Hijas mías venid y probad
El más hermoso ejemplar de verga
Y si es posible tomadlo”.

IV

Pero el amor de cascada
Que a otros cegaba las cabezas sin mayores consideraciones
Era un aliado de los paraísos restituidos
En tantas alcobas yo no sé si de nuevo descubiertas
Al amparo de lenguas con plumas
Que de repente se agitaban como pájaros raros
En una atmósfera de fastidio
Donde a su tiempo las cortinas iban
Tomando las formas de animales prehistóricos
Y andaban tomados de la mano
Con el terror que a todos nos excita
Después de haber oído siete horas
Mi triste lengua
Dedicada al fuego de la memoria.

V

Y si yo confío en mis carnes
Es que ellas están empapadas de vuestro espíritu
Cumpliendo así mi ojo su pacto con el diablo
Hasta tal extremo de transformarse en un ave de rapiña

Que devasta las ciudades
Donde el amor la mentira y la memoria son nuestros mejores aliados.

Qué luz qué presencia ésta que hace de mi cuerpo una visión relampagueante
Yo veo entonces ascender en mí la cólera
Como una avispa en la pupila
Que diera entrada libre a los pensamientos turbios de su corazón
Que diera la mano a las amigas
Iluminadas por el vapor
Sabiendo que al insultarlas
Ellas rodarían con ternura
Víctimas del placer y los encantos.

VI

En otro tiempo un murciélago anidaba
Sobre la coraza de sus senos
Se la veía silbar en mi oído
Igual a una columna de humo
Con sus manos tentadoras y sus dientes
En cierto modo alados
Todo lo prometían
Aún sofocar la risa que revestían a las mil maravillas
Los paladares
Ella me oía me saludaba me hacía invulnerable
Tal vez menos sensible
Y con esto
Mi más deliciosa arena movediza.

VII

Además sus dedos ictiófagos habían descendido
Al cabo de un tiempo donde la indolencia
Era la mejor prueba de amor.
Retenía yo su cabeza en ese  campo
Tan propicio a los fantasmas
La desnudaba del óxido blanco de su pensamiento
Dejando que su instinto dijera la última palabra a los perdidos
La veía durar en mí
Con su rostro gastado por el fieltro
Sabiendo que era de esa raza maldita de los poetas
De ese mundo mío mundo voraz
Mundo del agua del fuego del hielo
Mundo de la soledad.

VIII

Sin embargo la muerte a dos puntos del amor
Era la más perfecta boda
Que sobre el volcán pudiera concebirse
Sus huesos de medusa horadaban mis axilas
Era pues necesaria la luz?
Volvamos volvamos a nuestras cajas obscuras
A nuestras bocas
Donde mieles sacuden mis labios convulsos
Donde el tabaco de sus ojos abre heridas en el rostro
Seamos todavía el agua la tierra el relámpago
Antes que sus senos sus terribles senos
Caigan devorados por el hambre.


IX

Cavad las tumbas
Si en ellas encontráis vuestro placer
Mi sangre os dará la medida del peligro
El santo y seña de la muerta
Insensata
Yo he aprendido demasiado a odiar el mundo
Mi venganza será más pura
Que las cenizas del fénix llameante

Yo veré cómo la imagen mía
Renacerá en las piedras
Cómo mi rostro duro hará golpear las cabezas
En los pavimentos
Y seré la más terrible llama
Porque yo soy la definición de todo amor.


X

Y ahora que somos fantasmas que medran los antiguos mitos
Besamos los fríos muros en lugares
Donde el placer y el dolor
Son el mejor pasatiempos.
Es ella la palpitación errante de mi cuerpo?
Soy yo el temblor horrible de su párpado
La sinrazón de su voz el magnífico insulto?

Yo los oigo en este silencio
Lo sé
La acción es una preparación para la muerte
Y si yo adoro al oído
Es porque es
El más hermoso animal dedicado a la magia.

El amor
Sí el amor reconstituido con fragmentos de sueño
No sabiendo
Si al entrar o al salir de ese nuevo amor
Crueles presentimientos
Tocarían ahora los labios.

Digo lo sé
Porque yo sangro aún en el sueño
Pero abridme abridme
Soy el animal desbocado
Que tropieza aun con sus propios fantasmas
Abridme
Yo soy el placer la mentira
La muerte a fuego lento
Pero amigas mías cerrad los ojos
Y seguidme.

 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940