A UN PERDIDO DESPUÉS DEL CRIMEN

Es el río que va de su sombra a la llaga
No sin tocarse los párpados cuida su buena lengua
La mujer cultivada en la avería
Recluida en la bóveda la estrella arroja su alquitrán
Ahora mismo tú te quedas sonriente
El hombre biselado
El hombre dándoselas de relámpago
Vendido
Como la cáscara de sus ojos

El dulce aparecido extiende en la espalda la vertiente
La ropa del cielo solitaria
Aquellos ganglios olvidados
Sintiéndose tallos en su mano de abismos

Estamos un poco lejos de las maravillosas vacilaciones
Un tapiz
Semejante a la más leve mentira
A los inesperados de siempre
Descorred mi lado izquierdo yo te amo
El césped de siempre asediado
El veneno y sus lirios de amígdalas

Esperadme
Avanza el barniz la corola
Ella repartiendo sus hijas abnegadas
Esperadme en las sillas de mar
O si queréis la quemadura del vacío
Adentro por decirlo así.

 

De Las hijas de la memoria, 1935-1940