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ORGE CACERES, OBRA COMPLETA

Luis G. de Mussy Roa

El Poeta-pájaro-demiurgo


“Contra aquellos que vinculan con la obediencia los estados más despiertos, debemos incluso suponer que el ser no tiene presencia real o soberana en nosotros más que sublevado”.

George Bataille, El Soberano.

También fue poeta maldito. Murió joven como Lautremont y Rimbaud. Lo cierto es que Cáceres fue encontrado en una tina de baño bajo circunstancias aún imposibles de dilucidar. “Un infarto al miocardio y la posterior inmersión en la tina de baño –después de un exigente ensayo para un nuevo papel del Ballet Nacional– causan su muerte física un 21 de septiembre de 1949, conmocionando al mundo del arte chileno y europeo” señala un folleto en honor de los 50 años de su muerte.

No obstante lo anterior, es pertinente aclarar que el registro de la autopsia señaló como causa de muerte “Toxemia Aguda”, es decir, intoxicación por gas. Antecedente que refuta definitivamente la versión del supuesto ataque al corazón. Otro detalle que complica el tema de la muerte de este personaje, es el hecho de que se sabe que Cáceres le dejó una carta a E. Gómez-Correa. No conocemos el contenido de dicha misiva, pudiéndose tratar de una nota de suicidio o una simple carta a su amigo que se encontraba reunido con el grupo surrealista de París[74]. Al parecer, por lo que le manifestó Eric G. Schoff en una carta al mismo Gómez-Correa, la situación fue que sencillamente Cáceres no alcanzó a devolverle un correo que éste le había enviado de París y nada tendría que ver la hipótesis de la supuesta nota suicida. En cuanto a la idea de Nicanor Parra de que el delfín se cortó las venas por amor, existen suficientes pruebas que indican que esto no es cierto[75]. Lo verdadero es el hecho de que no podemos saber si dicha intoxicación fue fortuita o voluntaria.

Sin embargo, si cotejamos los artículos de prensa aparecidos entre el 23 de septiembre y 30 del mismo mes, nos damos cuenta que es posible unir varias claves e incluso proponer una posible solución a esta interrogante.


“HOY SE EFECTUARÁN FUNERALES DEL SEGUNDO BAILARÍN DEL BALLET, LUIS CÁCERES [76]

El cadáver fue encontrado en la tina de su baño

“´Cerrado por duelo hasta el lunes 26. Los funerales de Sergio Luis Cáceres Toro, se efectuarán el viernes a las 15:00 horas, desde Mac-Iver 451`. Tal es el lacónico letrero que halló La Nación en la visita que hizo ayer al Instituto de Bailes, ubicado en el noveno piso del edificio del Teatro Maxim. Sergio Luis Cáceres Toro, segundo bailarín del ballet dirigido por Ernst Uthoff, murió anteayer en la tarde, siendo hallado su cadáver en posición semilateral derecho, en la tina del baño del departamento H, del cuarto piso, en el edificio de cinco pisos, ubicado en Lira 314. Cuando fue encontrado a las 18:45 horas, el doctor Rodríguez del Laboratorio Técnico, dictaminó que su corazón debió haberse paralizado ocho horas antes. La causa precisa de su muerte no se ha establecido aún, por cuanto puede haber ocurrido por asfixia de gas –se halló un escape–, o bien por un ataque al corazón... Esta última hipótesis es la que se hace más probable, ante las declaraciones de su hermano René Cáceres Toro, domiciliado en Avenida Sur 2174, departamento C, y de Patricio Bunster Briceño, primer bailarín del ballet. ´Ya antes había sufrido dos ataques cardíacos`, dijeron... Octavio Cintolessi Castro de 25 años, quien tenía llave del departamento, pues Cáceres Toro le iba a arrendar la mitad del mismo, fue él quien halló el cadáver. ´Penetré en el baño y encontré todo en perfecto orden, con excepción del cadáver de Cáceres. Sobre una silla estaba doblado su pantalón gris rayado, camisa tipo sport de color celeste, en el suelo, zapatos café con calcetines del mismo color`, declaró. ´Avisé inmediatamente a Irene Multmas Loewenterin, que vive en Lira 244, de donde llamamos a los carabineros”, agregó luego... ´Estuvo en Francia y bailaba divinamente` declaró a La Nación Aurelio Moreno, portero del Teatro Municipal que conoció mucho al extinto bailarín”.


“BAILARÍN DEL BALLET MURIÓ EN EL BAÑO: ATAQUE CARDÍACO” [77]

“Luis Cáceres Toro: 26, santiaguino, soltero. Estudios en el Instituto de Humanidades e Internado Nacional Barros Arana. A los 14 años publicó su primer libro de poesías. Ingresó a la Escuela de Danzas del Instituto de Extensión Musical, el 42. Miembro fundador del Ballet (45). Llegó a ser primer bailarín. El 48, viajó a Francia para perfeccionar sus estudios de baile. En París estudió con connotadas personalidades mundiales de la danza (la Preobayenska, Bolinin y Serge Lifar). De regreso a Chile (principios 49) intervino en casi todas las obras que montó el Ballet: La leyenda de José (que lo consagró en el papel del “casto”); La mesa verde (hizo el “Joven soldado”, máxima creación de Joos); Juventud, Coppelia y últimamente Czardas en la noche. LCT, de amplia cultura musical y artística, representaba en Chile una corriente surrealista a la que trató de dar expresión en la danza, la pintura y la música, artes de las que era crítico erudito... El martes fue encontrado por un amigo en el baño de su departamento, muerto de un ataque al corazón. (Los hechos ocurrieron así: Octavio Cintolessi, su compañero de ballet, que próximamente iba a ocupar parte del departamento y tenía la llave de él, llegó a buscar algunas cosas encargadas a su amigo. Se extrañó ver la puerta del baño entreabierta: al asomarse vio a LCT, rígido y semisumergido en el agua de la tina donde daba el último baño. Avisó a la Asistencia Pública e Investigaciones. El Instituto Médico Legal dio su informe el miércoles: muerte por ataque al corazón)”.


Como esperamos haber aclarado, su valorización –presente y en su contexto particular– tiene que ver especialmente con el hecho de que el “delfín” dejó una obra vital e irreverente frente al medio y las limitaciones de la masa. Cáceres fue un personaje en que su inquietud espiritual voló dibujando imágenes líricas y plásticas sin piedad, con una comunicación explosiva en donde la poesía derivó en una verdadera conducta poética. Actitud en que la búsqueda del éxtasis y el arrobo creativo fue el único norte. De ahí que veamos a Cáceres como el poeta-pájaro-demiurgo.

Clave resulta mencionar que en 1948 el poeta chileno Hugo Zambelli editó la comentada y clásica publicación de época: 13 poetas chilenos, Valparaíso, 1948. Rescatamos tal libro ya que en él aparece una selección de poetas notables constituyendo una suerte de balance poético de la época. Asimismo, creemos que el criterio con que se llevó a cabo esta obra es muy ilustrativo del mismo periodo que nos interesa en esta investigación: 1938-1948. Aparecen entre otros: Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Braulio Arenas, Enrique Gómez, Eduardo Anguita, Mahfud Massis, Fernando Pessoa, el propio Zambelli y otros[78]. Los criterios que usó antologador, calzan notoriamente con las tres dimensiones que hemos enfatizado en este ensayo: genialidad, importancia de la obra y soberanía como artista.

Cáceres fue un ser en que la revuelta de la que habla Bataille, se manifestó en la iluminación profana que Benjamin destacó de Breton. De ahí que la fuerza revolucionaria de la vida y obra de Cáceres se haya expresado y manifestado como aura y conexión con un todo omnipresente y con la voz vital del que atraviesa el fuego sin quemarse.

Por todo lo expuesto en esta disertación, creemos posible ver que Luis Jorge Cáceres constituye una promesa permanente, un acuerdo del Dios con el tiempo, un salto al vacío que nunca se acaba. Como lo recordara Enrique Gómez-Correa, “Es el eterno misterio de Adonis con la muerte del héroe o del dios joven que siempre renace. Interrogarles para recibir el enigma a gritos dentro de un túnel o como Orfeo entrando a los infiernos”[79]. O como lo recordara con su elocuencia característica Teófilo Cid, “Cáceres, poeta en flor, era un producto primaveral y en primavera por lo tanto debía pagar su tributo a la noche insondable”[80]. Intentando una alegoría, Cáceres resulta ser una suerte de “mosaico peregrino” a lo largo de la historia literaria chilena; siempre ahí, siempre nombrado, siempre reconocido como poseedor del enigma, no obstante, hasta ahora, no de una manera seria con registros y testimonios básicamente organizados. Realidad que lo había fragmentado en un personaje marginal, sólo visible en los límites de la memoria. En fin, algunos nacen benditos, con la facilidad de creación en sí mismos, con la naturalidad de sentidos que permite que el ser común y corriente convierta en actos poéticos y creativos su mera experiencia existencial como hombre soberano de sí mismo. Así vivió “Lucho” Cáceres mientras dedicó su tiempo a bailar, a la poesía, a pintar, al collage y a las búsquedas espirituales sin regla alguna. De ahí que, por lo expuesto confirmemos que el delfín de la Mandrágora vivió bajo un apasionado estado del alma y dominado por el más hermoso de los entusiasmos, el de una juventud plena de valor para buscarse a sí misma. De ahí que haya irradiando resplandeciente claridad y descollado meridianos con sueños de eternidad.


[74] En una carta de Erich G. Schoff a Enrique Gómez-Correa se constata el hecho de que se encontró una carta de Jorge Cáceres a Gómez-Correa. Ver Apartado biográfico No. 24

[75] Ver Apartado biográfico No. 25

[76] Publicado en La Nación, Santiago (sin autor), viernes 23 de septiembre de 1949, p. 2. (No incluye fotografía)

[77] Publicado en Ercilla, Santiago, 27 de septiembre de 1949, p. 6.

[78] “Para la selección de los poetas que integran el presente trabajo, se ha considerado lo siguiente: 1) Que hayan publicado sus primeras obras durante el periodo que va desde el año 1938 hasta nuestros días; 2) Que representen las más significativas tendencias poéticas de la hora actual, en nuestro país; 3) Que, como nuestros grandes poetas anteriores, hayan resuelto sus creaciones con rigor y originalidad, superando el plano literario por vivencias y expresiones genuinamente poéticas. Demás está señalar que este criterio en nada ha de disminuir el prestigio de nuestros grandes poetas, ya consagrados, que han publicado obras en este mismo periodo. Sólo se pretende establecer entre ellos y los jóvenes, esa línea de continuidad indispensable para el desarrollo de una tradición poética. Hay que aclarar también que si se han omitido algunos nombres tan valiosos como los aquí incluidos, ello se debe a que algunos autores, consultados para este efecto, no enviaron en el plazo establecido sus colaboraciones. Firma El Autor, Viña del Mar, Septiembre de 1948”. Hugo Zambelli, 13 poetas chilenos, Viña del Mar, 1948.

[79] Enrique Gómez-Correa en Jorge Cáceres Textos Inéditos, Oasis, 1979, p 14.

[80] Teófilo Cid, “Imagen del poeta Jorge Cáceres”, La Nación, 1954.