LA CONCIENCIA RIGUROSA

Sufría en esta estrella
El corazón le sobra para naufragar
Sólo queda su puñal entre las hojas
Un puñal que cae a gotas
Con ritmos de tornasol
Las lámparas anuncian la inocencia
El odio al hallazgo
Nada más que obscuridad para encontrar su éxito
Sus manos que trabajan con la lluvia
Su cielo cómplice del crimen
Novia que fue perdida al atraparlo
Nada más que una palabra
Pudo salvar al monstruo de nacer sonrisa
Hay sólo una crueldad
Quemar encantos huir del beso
Las llamas ahí podrían convertirse en beso
En enaguas bordables
En cigüeñas
En este molde
Nacen los niños para dar espanto
La mujer lejos de la aurora
A desteñir los dientes
Su suelo que mueve el mar
Entre las manos hay siempre azar
Un motivo para matar a las doncellas
Una crueldad que conduce a un altamar
Un goce que llega de los huesos
Y nos hace impenetrables
Eso
Más tú que vives desheredando flores
Ganándote la vida en vez de darla
De hacer que crezcan alas en lugar de pelos
Un polo hasta los juegos
Hasta el placer magnético inviolable

 
 

Revista Mandrágora; número 1. Santiago, Chile. Diciembre de 1938.