LOS OJOS DISPERSOS

Eran los dientes de las cariátides
La tuberosa
La boca igual
Los soportes vacilaban en sus alas
Sus gestos de sencillez frenética
La melena gris cuidadosa de los huesos
Los ojos en la medula del mástil

Sin vacilar entregan sus algas vivas
A la niña de ojos cactus
Que desviste la guardiana del velero
Negras como las copas de los ojos
Fugitiva a todo anhelo a toda fruición de auxilio
Indicando un negro punto en los lunares de las sábana
Una camisa desproporcionada a la felicidad
Un oro que riega los caballos delirantes
Una noche sin fin
Para que los barcos que naufragan en el día
Una horca a la beldad
Un fino suplicio al ojo mágico
Hasta besar sus clínicas de espanto
Su deseo sin antorchas a la suerte.

 
 

Publicado en el N° 34 de Abril, Mayo y Junio de 1940 en Multitud, dirigida por Pablo de Rokha.