¡Oh noche! ¡oh noche! Detén a los paseantes
Con el rumor de aurora de tus astros extasiados.
El amor es la razón de tus árboles dormidos
Del silencio que corre por tus venas aurorales
Porque en ti las bocas son nidos
Y las palabras aves que pronuncian tu mensaje
¡Oh noche! Detén a los paseantes
Que surgieron como una onda física,
como un axioma en flor.
Deténlos en la aurora de sus besos,
Perfílalos de umbral contra el silencio
Que sea eterno el ángulo que dibujan sus
deseos
¡Oh noche! Tú que tienes el valor del día
Y que escondes en tu índole un sol nuevo.
Tú puedes contra el tiempo revivir en verdes pinos
Azular el espacio detenido en una huella
Hacer que el lecho vibre con un ópalo...
¡Oh noche! Tú que puedes detener a los amantes,
Detén a estos viajeros que han llegado sin
aliento.
Son ellos los viajeros que ayer partieron
desde un beso
Y que ahora se pasean por un nimbo sin designios
Ahora sus pupilas centellean, cruzan sus
espadas
Para quedar impresas en panoplia eternizada.
Ellos tienen un secreto que compartir contigo
Un secreto que un pensil de instinto ha
levantado
¡Oh noche! Detén a los amantes
con el rumor de aurora de tus astros extasiados
II
Cuantos vienen a mirarte te miran desde un solio de egoísmo
Bajo el cual una cisterna brota que embrida
a los astros.
No pueden suponer que el día nace de tus
sombras
El día que concede su luz a cualquier hombre
Y que también nos sirve para odiarnos.
En ti yo encuentro los semblantes más amados
El de una ciudad que invierte sus tejados
en el agua
Y el de un puente de salud sobre dolencias
pálidas.
(Recuerdo como aludes de agua fresca,
viejos recuerdos donde las diarias preocupaciones
crean fútiles regatas).
Por eso a ti recurro ¡oh noche! para impetrar tu sombra
Tu mano enguantada de negro, tu dominó de
olvido
Porque ellos, los paseantes que ahora llegan
de la mano
Puedan quedar prendidos como jíbaros de
espuma
al primitivo silencio de tus astros extasiados!
¡Oh emblema nupcial! ¡oh Dulce acorde transpirtado!
La noche tiene ahora escudo de armas como
reina
Dos miradas, dos alientos, dos palabras
que el silencio crispa
en un augurio de cemento eternizado!
III
Oh dulce noche, que mueve los estambres
Con su sombra silenciosa
Que es luz para la sangre.
Tú posees la fatiga que requiere mi descanso
la faz nupcial que esconde el eco.
por donde un hilo de éter va fluyendo.
Lo que eres en la simple geometría
De los cuerpos enlazados por ustorio espejo
de heno
Lo que eres en la granja de tus árboles
de lira
Donde pastan armonios animales,
temblorosas palmas ávidas de estío.
Y aluminio el caserío que refleja el río
antiguo
un problema que hace nido,
un nidal que es puro lapsus
el lapsus que es el tiempo sin medida
¡Oh noche! que das paz a las estrellas
Con el vaho de los cuerpos;
que al sereno de las fábricas,
a los viejos conductores de tranvía
Yo te voy iluminando piso a piso
Das un lujo sideral
como al verde rascacielo
Que madura con los besos de sus miles de
habitantes
Es preciso mirar sobre tus hombros
Para ver el naipe que manejas.
Has detenido a los paseantes,
empleando gatos negros, perros vagos, taxis
lóbregos,
Que pasan a favor de la corriente
Como el sueño a través del hipnotismo.
¡Oh noche! Tan hermosa
como ver a Doña Venus en la punta de la
vida.
Tú que eres en el rapto de las diosas
la que acepta ser raptada,
en el rapto del espejo
la ilusión que sobrevive;
en el rapto de los besos
El lenguaje que se cambia.
Hay soles en tu nombre
marchitos soles que devienen
populosos como siembras
Cuando una mujer que amo
Me dice "Teófilo, te amo"
Hay estrellas en tu nombre
Cuando una lenta espera me domina
con su atroz desesperanza.
Hay estadios en tu nombre
Donde juegan inexpertos jugadores,
endurecidos como estatuas en un parque
al juego viejo que llamábamos la barra.
¡Oh noche! Tú guante ha caído al día
Allí lo veo como sobre el banco de un parque
desolado.
Me acerco. Lo oprimo contra mis labios
Y entonces veo que es un bello atardecer.
Lo retiro de mi boca
Y entonces veo que es la aurora que se acerca.