“LAS MARAVILLAS DE LA TIERRA A TREINTA METROS DE ALTURA LAS MARAVILLAS DEL MAR A TREINTA METROS DE PROFUNDIDAD”

Una vez más la orquídea de camouflage submarino estalla en el dorado de los chiffoniers de noche
Y de día pero en destellos de vampiro que vienen del bosque de laca escarlata a llamaradas azules
A grandes llamaradas que se momifican en los hilos de la tempestad
A grandes llamaradas que no sino la conjunción definitiva del cocotero luminoso que se cierra y se abre según la energía del cristal empañado
A llamaradas de perfumes siniestros adornados con pluma de oca
Que se distinguen porque ellos forman un anillo de goma laca
Una diadema de sal gema y suena la hora del campo
En un rayo de luz caben mil pájaros que atraviesan el cristal de roca
Sin tomar en cuenta que los departamentos tan confortables de día y de noche flotan en el aire por sí solos
Pero los muebles están sumergidos en el agua hervida
Donde se dispersan el bien y el mal encerrados en frascos de carácter apenas simbólico de vieja tinta china
Aunque la palabra China está escrita sobre objetos invisibles de episodios negros de mundo
Yo camino esta tarde a través de las plantaciones de ciertos árboles que dejan entrever una mancha de nicotina diluida en el lomo de un cisne
Que nada en un vaso desapareciendo por instantes en un cuarto transparente
Donde reposan las cuatro cabezas de cristal de Venecia de cuatro estatuas de azúcar quemada de Mozart
En el cielo la tempestad de champagne
Con flecos negros de cataratas de armiño o de leona sorprendida en mitad del sueño
Y en las viejas barandas de las casas del guardabosque aparecen también esas manchas que determinan la edad del lingue
Y al mismo tiempo aseguran al hombre la reaparición de la mujer que él ama en la cabecera de su mesa de noche
El hombre y sus negocios
La mujer en este caso lleva una mordaza de castor
Y para conservar su desnudez ella marcha sin hacer ruido sobre el lecho que se abre en el interior de un invernadero con plantas totalmente blancas y muebles totalmente negros
Por azar el hombre lleva un antifaz blanco y negro como los filamentos multicolores que se dejan ver en el interior de las lámparas de lianas de Wifredo Lam
El bosque se abre a pico
Y suena en la ciudad la hora de ordeñar
Mientras en los establos caen las perlas
Por lo cual el aire es una mujer rubia
En la convulsión sin objeto de los balcones españoles una mano de jade da de comer a un canario de jade
En el fondo del pozo hay unos ojos Imantados que muestran en su interior un sistema organizado de trasparencia
Ellos se han llamado tres veces
Como si en la ventana la mujer y su mordaza no desplegara su cabellera en dirección al Polo Sur.

 

De El AGC de la mandrágora,1957