POEMA

La silueta del campo bajo la helada como un abanico que despliega a la deriva
Y en el horizonte no hay nada más que unos ojos de cohetes en el instante de partir
Nada más que la noche magnética y el torrente con garras de castor
Pero a través de esa luz pasan unos ojos de piedras que ruedan
Y unos labios de manchas que no salen
Y aún en plena selva la cola que se abre como un gesto de cristal quebrado
Abreviendo la noche de diciembre con relámpagos de topacio claro
La noche de rabo de paloma dorada
Que ha caído para siempre bajo el hacha
Como un viejo botón
Por el desgaste del hilo.

Nada en el lecho bajo la amenaza del armiño
Sino un ala de geranio salvaje cuando la sangre lanza su perfume
Nada en el pozo sino el aire del sur y la varilla imantada
Y el cazador en el momento de apretar el gatillo
El paisaje desaparece
Nada en la costa sino el sol de mar que ha subido a dejar la perla en el cenicero cerrado con llave
Pero la torre a lo lejos siente la primavera
Y de la chimenea aún salen esas señales de eclipse
Que atraviesan el campo en forma de seno
En forma de fuego.

 

De El AGC de la mandrágora,1957