TITUS

Yo no he sido hasta entonces el personaje de la fuerza en blanco: la ausencia vierte en si su contenido de rayo. Más para poder hablar–escribir el pájaro de la cabellera. Es preciso el evocar la llama que se ondula al veloz contacto de las piedras, que, aunque no filosofal, aquella se cubre de placer inmenso, voraz, devora así a su enemigo.

Nosotros hemos hecho la noche, los sueños, las energías reunidas; y la atmósfera del mal (atmósfera deliciosa) busca para nosotros su perfecto desarrollo, su imago inmaculado.

Tu rostro está cubierto de fuegos que, fatuos, giran alrededor de tus cabellos, y la sangre sobre tus labios, dibuja redes capilares: corales que el viento cuidará de desatar. Tus manos (cúbrelas el cielo) son dos instrumentos de crueldad infinita. Ellas van cubiertas con la piel de los murciélagos, que son, a mí entender, aves nupciales, o bien, las portadoras de la condición de Dios.

Tus pies cruzan las playas: ellos enlazados de oro, huellan el desierto, cúbrenlo de musgo.

Nuestros sueños, haremos de ellos la MAQUINA DE SABIDURÍA, cuya perfecta utilidad se transmite por vías de bondad, clima de placer donde germinará la inmaculada concepción.
 
De revista Multitud, N ° 6.