LA ENTRADA
 
La mano decapitada pasa a semejante hora de una flor
Que encima de una ciudad de ajedrez
Controla la furiosa variedad de árboles luminosos
Inventados como los truenos de charol
Desde hace tan poco vivos en un arranque de luz
Confundidos en el mismo hangar con la parte de olas
Y nieves o zuecos que la mano reúne con fulgores
Dispuesta a demorar un niño en la selva
En ese fondo entreabierto del diamante
A una extrema delicia que se dirige a gran lectura fácilmente
Y son recogidos de un incendio como transformaciones
De un helecho delirante de un cambio fosforescente
En perdidas diosas cuyo jefe es el canto
Entre las almohadas llevan sus ojos una reserva de aire
O mujer sin brazos o estrella sin raíz
Entre la petrificación de la lluvia donde todo es placer
El interior es la aurora con dos puertas
Que es el solo que puede moverse e informar
Entre los vientos de greda
Que invitan a salir
Los tigres de sus tallos
Entre los muebles que olfatean la desgracia
E intervienen en un sueño feroz
Y muerden la lluvia
Y defienden a otras públicas frías de serpientes
Donde la luz con sus sentidos de espectro emana
Aparece en los muebles como una yema del árbol del azogue
Ellos rozan distintas huellas en la alfombra ocelada
Roza a destellos la sombra con vanidad de volcanes marítimos
Un tumulto de piedras oye en la línea del alma
Oye aquí.

 

De 41 Poetas joven de Chile, Pablo de Rokha, Primera edición en un número especial de la revista Multitud en 1942 y una segunda edición en formato libro en 1943 por editorial Multitud.