NOCHE
 
Noche con tus cejas de montaña nevada, noche de traje yerto, tú misma esperas de ti otras noches.
Las campanas de la aldea vecina no anuncian nunca tu fin, sino tu comienzo.
Los lobos se olvidan del trineo para disputarse, a dentelladas, tu traje yerto, mientras tú los dejas hacer, un tanto divertida, y enarcando las cejas.
Tú ríes dichosa porque nada sabes (nada quieres saber) del alba.
Todas las noches, y esta noche será la primera: será el primer sueño, el primer amor, el primer despertar en el castillo, a la orilla del mar, a la orilla de la poesía, a la orilla del amor, y para siempre.

 

De Memorándum mandrágora, Revista Atenea, N°452. Universidad de Concepción, 1985.