EL AEROPUERTO
 
No esperemos ver
este aeropuerto de un fidedigno autorretrato,
estas palabras incorporadas a la nitidez
de un astillero fidedigno,
a la nitidez de las cascadas con sus canoas
que reproducen la fiebre,
las langostas de mantel largo,
atribuladas sólo para darse a conocer,
atribuladas en el sex-appeal de los espejos,
a los cuales corresponde la mención fugaz,
maravillosamente.
 
El jardín, el balneario, las jirafas,
el fiacre como se decía en otros tiempos,
el fiacre se aleja llevándose el balneario,
todo un encantamiento se esparce,
por principio,
verdaderamente el aeropuerto es realmente encantador.

 

De Memorándum mandrágora, Revista Atenea, N°452. Universidad de Concepción, 1985.