LA CIENCIA CIERTA

Están tendidos solidificados por la luz
El eco de la muerte apaga-olas
La montaña sin miedo afuera
No sabe dónde se espera con el mundo
Con el mundo despierto por la creencia de las aves.

La verdad la vida con sus señores
La muerte alarga-vista los objetos
Los fantasmas los estanques de los anillos
Todos se adaptan al circuito flamante.

Es el terror quien pide la abolición de la mirada
Es la llama quien pide la abolición de los incendios.

Pero si no dejamos ver el mundo
Espaldas hipnotizadas que proceden a nadar
Cabellos que rozan la cerradura en orden
Atónitos a obedecer a descender a recibir
Los cuerpos de mujeres de su luz en miniatura.

 

De El mundo y su doble, Ediciones Mandrágora, Santiago, Chile, 1940.